miércoles, 9 de noviembre de 2011

Entrevista a “Mauricio Catarain” Maquillador Estrella y representante de Famosas



De chico, le gustaba dibujar bocas pulposas y ojos llenos de rímel en hojas Canson, pero el mandato familiar fue más fuerte y, a los 22 años, Mauricio Catarain se recibió de contador. Enseguida, empezó a trabajar como analista financiero en una importante consultora y a habituarse a un empleo bien pago, rutinario y sin mayores sobresaltos, y al que debería dedicarle, como mínimo, 12 horas por día. Sin embargo, poco después, un encuentro fortuito con una vedette lo convertiría en uno de los mejores maquilladores de Argentina y en el niño mimado de varias marcas francesas de cosméticos, que se lo disputan para que las represente en nuestro país. La última pulseada, la ganó Sisley, que acaba de nombrarlo maquillador oficial de la marca en la Argentina. Mientras, decenas de novias argentinas se matan por conseguir un turno con este rosarino que araña la treintena y que enseña los secretos del maquillaje en su escuela de Las Cañitas. El año pasado, asociado a un misterioso socio francés que desea permanecer en el anonimato, Catarain abrió una agencia de celebridades, entre las que figura la modelo mejor paga del país: Nicole Neumann.
Noticias: ¿Cómo pasaste de las finanzas al maquillaje?
Catarain: Mi historia es bastante loca. Cuando me recibí de contador, empecé a trabajar como analista financiero. Un verano, en las vacaciones, me fui a Londres a estudiar inglés y maquillaje, e incluso me salieron varios laburos como maquillador. Pero volví a Buenos Aires y seguí con mi empleo “normal”. Hasta que, un día, iba por la calle con mis compañeros de oficina, todos de traje y serios, y en eso veo que pasa Luciana Salazar. Sin pensarlo, le grito: “Luciana, ¡me encantaría maquillarte!”. Mis colegas me miraron desencajados, como si estuviera completamente loco, y ella tiró un: “Ok, bueno”. Vago, como debe decirle a las personas que se le acercan todos los días. Cuestión que la chica dio vuelta en la esquina, desapareció, y todo terminó ahí.




Noticias: Pero la historia sigue.
Catarain: Bueno, resulta que, a la semana siguiente, uno de mis clientes, que dirige un teatro en la calle Corrientes, me invitó a una de las obras que en ese momento tenía en cartel. Fui un rato antes del comienzo de la función y vi que actuaba Luciana Salazar. Justo estaba pensando en esa casualidad cuando, de repente, una señora se me acerca y me pregunta: “¿Usted es del teatro?”. Y, sin dudarlo, le dije: “Sí”, lo que en el fondo era verdad porque yo trabajaba para el dueño del lugar. Resulta que la señora era la abuela de Salazar y quería que fuera al camarín a entregarle algo a su nieta. Yo sentí que era una señal.
Noticias: … de que estabas predestinado a ser su maquillador.
Catarain: En ese momento, pensé que las cosas pasan por alguna razón y que nada es casual. Así que busqué el camarín de Luciana y le dije que quería maquillarla. Dudó un poco, y luego me citó al día siguiente para que le hiciera una prueba. Yo no tenía ni una máscara para pestañas, así que al otro día tuve que comprar unos cosméticos y pinceles. Estaba nervioso, pero, cuando terminé de pintarla, me contrató como su maquillador. Yo no lo podía creer, aunque al mismo tiempo se me armaba un lío: ya tenía un buen trabajo, ¿cómo iba a hacer? Al principio, trataba de zafar y cumplir con las dos cosas: salía más temprano de la oficina, usaba la hora del almuerzo para ir a maquillar… Era una vida de locos: andaba todo el día a las corridas, con el traje en una percha y la laptop en una mano, y el maletín de cosméticos en la otra.
Noticias: Tenías una doble vida.
Catarain: Sí, pero llegó un momento en el que la situación empezó a pesarme y lo hablé con mi terapeuta. Además, ya estaba cansándome la rutina de un trabajo que implicaba encerrarse en una oficina de nueve de la mañana a nueve de la noche. Por otro lado, mi jefa en la consultora vio que yo estaba con la cabeza en otra cosa, y le conté. Y la verdad, fue muy piola: me dio tres meses para laburar sólo medio día en la empresa. Después, me dijo: “O volvés a trabajar full-time, o renunciás y te dedicás a los cosméticos”. Y al tercer mes, me jugué y renuncié para abrir mi propia agencia y escuela de maquillaje. Me podría haber ido mal. Pero, en vez de pensar que ya era tarde para patear el tablero, me conecté con el deseo que me movilizaba, y conseguí lo que me proponía.
Noticias: Dos mujeres, Salazar y tu jefa, fueron las que más te ayudaron a lanzarte como maquillador.
Catarain: Sí, tanto Luciana como mi ex jefa, que ahora quiere hacer negocios conmigo, fueron muy generosas. Muchos maquilladores se inician en este rubro pintando a sus amigas y conocidas, pero lo mío fue al revés: empecé directo con las famosas. Y aprendí a los golpes, porque manejar la personalidad de estas mujeres que dependen tanto de la imagen, es todo un tema.
Noticias: ¿Lo decís por Nicole Neumann?
Catarain: Mirá, la gente piensa que ella es muy fría, y te aseguro que no es así. Pone distancia con la gente, pero es muy impulsiva con sus afectos. Nunca estuvo con nadie por interés. Y ha sufrido por amor. Con respecto a su carrera, puedo decir que chicas lindas hay millones, pero sólo Nicole vende: basta que aparezca una gráfica de ropa interior con su imagen para que la marca venda toda su producción. Las modelos tienen una vida útil, pero mientras otras ya están terminando sus carreras, Nicole se reinventa día tras día. Ahora empieza su nueva etapa como conductora televisiva.


Noticias: Fundaste una agencia de celebridades y actores. ¿Por qué no de modelos?
Catarain: Agencias de modelos, hay muchas y son buenas en lo suyo. Si bien algunas de mis representadas son modelos, me parece un desafío mayor negociar un contrato de conducción de un programa o un papel en una película, que manejar la agenda de una mannequin. De modo que si una modelo que llega a mi agencia me dice que sólo quiere seguir en ese rubro, le digo que no puedo representarla. Por otro lado, todos los que pertenecen a mi agencia, tanto hombres como mujeres, al menos desde que yo manejo sus carreras, tienen una imagen cuidada. No me interesa trabajar con los que no aceptan el estilo que les propongo o la proyección de carrera que pienso que le conviene. Además, hay que tener un ojo clínico para saber en qué puede descollar esa persona, dónde tiene el talento. Sino, va derecho al fracaso.
Noticias: ¿Cómo reclutás a tus representados?
Catarain: A veces, vienen a mí; a veces, soy yo el que los convoca. Brenda Gandini, que pertenece a mi staff, fue de las primeras que confió en mí. Y en cuestión de un año, su carrera despegó. Todo lo que hizo el año pasado en el programa de Marcelo Tinelli pasó por mis manos. Por otro lado, mi perfil financiero es un “plus” a la hora de negociar los contratos de mis representados. Nunca pido locuras ni cachets exorbitantes, apenas lo que considero justo. Pero no me gusta perder.
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