jueves, 12 de enero de 2012

Fueguia 1833: perfumes a medida



De reducto secreto para entendidos en materia de fragancias a coqueta tienda en la más paqueta avenida porteña, Fueguia 1833 abre su local a la calle para presentar su paleta infinita de esencias, y la posibilidad de crear tu propio perfume.


 


 
Hasta hace nada, un par de semanas nomás, era uno de los secretos mejor guardados de la ciudad. Estaba escondido en un piso de un edificio antiguo de Palermo. Pero como pasa con todo lo bueno, que encima suma el atractivo del misterio, se empieza a correr el rumor, se entera la prensa… y entonces llega el día en que, de ser un reducto sofisticado sólo para los que guardaban en silencio y como oro la información de su privada existencia, una marca de pronto abre un local en la paquetísima Avenida Alvear. 

Con un pre opening exclusivo al que sólo asistieron vecinos de la zona como Hermés, el hotel Mio y Sotheby’s, a mediados de diciembre Fueguia 1833 celebró la futura inauguración de su local a la calle, abierta al público desde el 2 de enero. 

Fueguia es un proyecto de Julian Bedel y Amalita Amoedo, que crearon este maravilloso mundo de fragancias, “un laboratorio de perfumería especializado en crear identidades aromáticas para individuos y empresas”, como definen sus mentores.

Con una base de operaciones montada en Bariloche, aquí trabaja un equipo de bioquímicos y perfumistas en el desarrollo de fragancias y proyectos especiales, en conjunto también con un laboratorio de Grasse, en Francia (¿recuerdan el libro El Perfume?), de modo que tienen acceso a la última tecnología, además de asesoramiento de las mejores narices del mundo.

Lo que ofrece la marca es una colección de esencias en tres formatos: velas, difusores y perfumes. Pero lo que da distingue del resto es su servicio custom-blend, es decir la creación de una fragancia única para una persona o una empresa. Trabajan con entrevistas con los clientes, para intercambiar ideas y saber de los gustos y necesidades de quienes los contratan, con una paleta de 1500 notas. Si se trata de empresas, se piensa en una fragancia que identifique a la marca, y se amplían los formatos a jabones shampoo y cremas.
Arte, imaginación, diseño, se suman aquí al sentido del olfato. Sin estas cualidades es imposible imaginar la fragancia de La Biblioteca de Babel, o bien intentar plasmar en un perfume las esencias locales como la yerba, el cuero, las flores o la vegetación típica de una región.

El packaging está a la altura, claro, con sobrias y elegantes cajas de madera hechas a mano de árboles caídos en los bosques de la Patagonia, a la vez que los envases de vidrio son cien por ciento reciclables.

Aquí una vela de 275 gramos cuesta 65 dólares, igual que un perfume de ambiente de 100 ml. Hay Gift boxes armados con cuatro velas o cuatro fragancias, desde 190 dólares, y para el servicio de perfumes a medida hay que pensar en un precio a partir de los 180 dólares, dependiendo de los ingredientes que se elijan. El precio de un viaje interior e infinito a cualquier parte, quizás en el tiempo, a través del sentido del olfato.

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