Cómo entrenar
la mente para no enfermarnos?
Los pensamientos ingresan a nuestro cerebro y
desencadenan en él un remolino de emociones –buenas y malas- que hacen que
nuestro cuerpo genere sustancias que pueden llegar a lastimarnos y hasta
producirnos enfermedades. Los pasos a seguir para poder relajar nuestra mente y
no dejar que nada malo nos afecte.
Cada pensamiento que entra en nuestro ser -de
acuerdo con las experiencias pasadas y las presentes de cada uno- va a
desarrollar un concepto o creencia, de allí un sentimiento, si este es muy
fuerte puede determinar una emoción que no es otra cosa que un sentimiento
agitado, convincente, que se apodera de nosotros, si no es tan fuerte depende
de la calidad de la creencia -si resulta amenazante o es amorosa-, va a
determinar una actitud.
En este paso hay que analizar: si la creencia es amenazante que es la más frecuente y la que produce daño, el cuerpo se prepara para luchar o huir con una cascada de reacciones como aumento de la frecuencia cardíaca, de la presión arterial, agudización de la vista y el oído, aumento de la circulación en el sistema locomotor y la liberación de neuropéptidos muy conocidos, como la adrenalina que permite la respuesta para luchar o huir y continuar vivos.
Sin embargo, si la mayoría de nuestras creencias resultan amenazantes estas sustancias químicas quedan permanentemente circulando y produciendo destrucción celular y de allí todas las enfermedades crónicas degenerativas, infecciosas, y hasta el cáncer.
Todos estos pasos duran menos de un segundo, y paralelamente, se desencadena una respuesta bioquímica en el cuerpo.
Esto se debe a que siempre se está preparado para luchar o huir, momento que normalmente se denomina estrés. Cuando una enfermedad o anteriormente un síntoma (todavía no tenemos la enfermedad conformada) llega al cuerpo, la amenaza en la mente estuvo mucho tiempo antes, pero no se tuvo registro, se evidenciaba por un estado de ánimo como tristeza, angustia, ansiedad, enojo, depresión, agitación, o sensaciones como acidez de estomago, colon irritable, contracturas musculares, cansancio, decaimiento, apatía, dolores corporales generalizados, falta de atención y de concentración, entre otros.
¿Cómo hacemos para revertir esto?
El primer paso para cambiar la calidad de las creencias es recurrir a un entrenamiento mental. El segundo paso es estudiar todas las variables orgánicas bioquímicamente y con imágenes para saber cómo esta nuestro cuerpo, que es un reflejo de nuestra mente y ésta de nuestro espíritu.
El tercer paso consiste en implementar un plan de alimentación, actividad física, técnicas de control de estrés, suplementación de lo que está faltando y tratamiento de las dolencias si existieran.
Como contrapartida al estrés, cuando se está relajado, meditando, la frecuencia cardíaca baja, los músculos se descontracturan y ahí aparece el verdadero yo, que no está ligado a los estímulos del medio externo sino al interior de nuestro ser. Ahí aparece el que sabe lo que quiere. Pero para ello hay que estar presente en el aquí y ahora, para poder disfrutar de las cosas en el presente.
El tiempo es un instrumento de la mente: el pasado está en la cabeza, el futuro es algo que está por venir, el único momento real es el aquí y ahora, el presente. Y es ahí donde hay que situarse para no enfermar.
Por la doctora María Alejandra Montenegro, directora de MADRA – Centro de Medicina Orthomolecular y Estética.
En este paso hay que analizar: si la creencia es amenazante que es la más frecuente y la que produce daño, el cuerpo se prepara para luchar o huir con una cascada de reacciones como aumento de la frecuencia cardíaca, de la presión arterial, agudización de la vista y el oído, aumento de la circulación en el sistema locomotor y la liberación de neuropéptidos muy conocidos, como la adrenalina que permite la respuesta para luchar o huir y continuar vivos.
Sin embargo, si la mayoría de nuestras creencias resultan amenazantes estas sustancias químicas quedan permanentemente circulando y produciendo destrucción celular y de allí todas las enfermedades crónicas degenerativas, infecciosas, y hasta el cáncer.
Todos estos pasos duran menos de un segundo, y paralelamente, se desencadena una respuesta bioquímica en el cuerpo.
Esto se debe a que siempre se está preparado para luchar o huir, momento que normalmente se denomina estrés. Cuando una enfermedad o anteriormente un síntoma (todavía no tenemos la enfermedad conformada) llega al cuerpo, la amenaza en la mente estuvo mucho tiempo antes, pero no se tuvo registro, se evidenciaba por un estado de ánimo como tristeza, angustia, ansiedad, enojo, depresión, agitación, o sensaciones como acidez de estomago, colon irritable, contracturas musculares, cansancio, decaimiento, apatía, dolores corporales generalizados, falta de atención y de concentración, entre otros.
¿Cómo hacemos para revertir esto?
El primer paso para cambiar la calidad de las creencias es recurrir a un entrenamiento mental. El segundo paso es estudiar todas las variables orgánicas bioquímicamente y con imágenes para saber cómo esta nuestro cuerpo, que es un reflejo de nuestra mente y ésta de nuestro espíritu.
El tercer paso consiste en implementar un plan de alimentación, actividad física, técnicas de control de estrés, suplementación de lo que está faltando y tratamiento de las dolencias si existieran.
Como contrapartida al estrés, cuando se está relajado, meditando, la frecuencia cardíaca baja, los músculos se descontracturan y ahí aparece el verdadero yo, que no está ligado a los estímulos del medio externo sino al interior de nuestro ser. Ahí aparece el que sabe lo que quiere. Pero para ello hay que estar presente en el aquí y ahora, para poder disfrutar de las cosas en el presente.
El tiempo es un instrumento de la mente: el pasado está en la cabeza, el futuro es algo que está por venir, el único momento real es el aquí y ahora, el presente. Y es ahí donde hay que situarse para no enfermar.
Por la doctora María Alejandra Montenegro, directora de MADRA – Centro de Medicina Orthomolecular y Estética.
Mas datos...
El lenguaje psicosomático
“Es
un lenguaje de fácil comprensión. Para comenzar, hay que develar cuál es
nuestro conflicto interno. Luego, enfrentarnos a él y transformarlo en paz y
armonía para lograr que la curación tenga efecto”, afirma la autora. Este es un
listado de los problemas y dolores más frecuentes y sus posibles causas
emocionales.
Cabeza. Es
nuestro centro de comunicación, el lugar desde donde conectamos con el mundo.
Si nos duele, es porque sus arterias se han estrangulado y aceleran el pulso
sanguíneo. La sangre transporta nuestros sentimientos (amor, aceptación, ira,
odio o rechazo) y a través de las arterias y las venas damos y recibimos amor.
El estrangulamiento de las venas de la cabeza suele indicar, por consiguiente,
una incapacidad para expresar o recibir esos sentimientos.
Cuello. Es
el puente entre la mente y el cuerpo. Un cuello con poca movilidad indica la
imposibilidad de ver en todas direcciones: se trata de una visión muy rígida y
limitada, que supone obstinacióny una mentalidad estrecha. Puede, también, constituir
una reacción a un estrés extremo que nos inculca el deseo de encerrarnos y
limitarnos.
Espalda. Es
un espacio donde se mezclan símbolos y significados. Ahí es donde dejamos todo
lo que no queremos ver o mostrar a los demás: es el lugar en el que enterramos
sentimientos y experiencias que nos han causado daño o confusión. Por otra
parte, contiene la columna vertebral, el elemento más importante de toda la
estructura psicosomática, el pilar que sustenta nuestro ser y sobre el que se
asienta el resto del cuerpo. El dolor de espalda indica un deseo de evadirse de
algo, de volver la espalda a ello; o bien necesitamos librarnos de “un peso”
que cargamos sobre ella.
Alergias. Es
una respuesta hiperactiva por parte del sistema inmunológico a un agente externo;
esta respuesta se deriva de una causa interna. ¿A qué somos realmente
alérgicos? O ¿ante qué reaccionamos de un modo hiperactivo? ¿Qué origina
de verdad esa irritación y la fuerte respuesta emotiva de nuestro organismo?
Las alergias tienden a indicar un nivel profundo de temor, un miedo a
participar plenamente de la vida o a despojarse de las ayudas para ser
autosuficientes. Además… ¿Nos servimos de una alergia para conseguir cariño?
Corazón. Como
centro del amor y núcleo de nuestras emociones, se asocia a toda la gama de
sentimientos. Los ataques al corazón son una situación desesperada a través de
la cual el cuerpo nos advierte que hemos ido demasiado lejos, que estamos
prestando demasiada atención a aspectos materiales o que estamos luchando por conseguir
algo de escaso valor real y no dedicamos suficiente atención a la familia o a
los afectos.
Hipertensión. El exceso de tensión emocional se debe,
con frecuencia, a una alta presión sanguínea o una tensión nerviosa intensa. La
causa reside en un profundo temor y falta de confianza, la sensación de que
corremos peligro constante y debemos estar alerta. Esto puede atribuirse a
alguna experiencia traumática en el pasado. Una respiración profunda y una
total relajación son esenciales.
Infecciones urinarias (cistitis). Se debe a una falta de expresión de los
sentimientos negativos que tienen que ver con las relaciones (un 80% de los
casos de cistitis se manifiestan en un momento de ruptura), así como a los
temores y conflictos conectados con el renacimiento del propio ser más allá de
las relaciones con los demás.
Pies. Son
el medio que nos permite guardar la estabilidad, avanzar y sentirnos seguros en
la relación con el mundo. Los problemas en los pies indican un conflicto en la
direccióny en la producción de movimiento, así como una falta de seguridad y
estabilidad en nuestro entorno.
Y
la lista sigue. Cada dolor, enfermedad o problema se genera, de acuerdo a
Shapiro, en todas las emociones y sentimientos reprimidos que nos invaden.
Reconocerlos y tratarlos es la clave para vivir mejor y de manera más
saludable.
Fuente: “La conexión cuerpo mente”, Debbie Shapiro, Ed. Robin
Book.
Info:
http://entremujeres.clarin.com/
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