Al comienzo, el ser humano usaba plantas, flores y hierbas, para
higienizar su cuerpo y mantenerlo saludable puesto que no existía otra
alternativa. Con la llegada de la industria química, la piel comienza a
entrar en contacto con sustancias sintéticas, como por ejemplo la
silicona, parafina, sintéticos, emulsionantes, etc. La ventaja de estas
sustancias es que se pueden producir de forma masiva y muy económica.
El término ya familiar "cosmética natural" apareció por
primera vez hace 25 años en dietéticas, cuando el fabricante quería
distinguirse conscientemente de los cosméticos con ingredientes
sintéticos. Sin embargo, legalmente la denominación "cosmética
natural" no está regulada. Tanto es así que muchas marcas suelen
usar el prefijo "bio" o "eco" y hasta suelen
ilustrar sus packs con fotos de flores, hojas o sustancias de origen
vegetal cuando sus componentes nada tienen que ver con cosmética
natural certificada.
Más apariencia que realidad
Muchas veces el consumidor es engañado por falsas apariencias o indicaciones
en los estuches de los productos cosméticos. Suelen aparecer imágenes
de plantas y flores pero no aclaran que esos ingredientes no están
puros en su formulación, sino que son mezclados con emulsiones y
colorantes químicos. Así logran causar la impresión de un producto
“natural” pese a que el resto de los componentes no lo sean. Y en la
mayoría de los casos las “mini-cantidades” de sustancias naturales se
pierden en un mar de químicos.
Esta práctica de ciertas compañías de darle un giro a la presentación
de sus productos para hacerlos ver como respetuosos del medio ambiente
es denominada “Greenwashing”. Se considera una técnica engañosa,
dado que es un cambio de forma pero no de fondo. ¿Cómo hacer para no
caer en esta trampa? Para no ser engañados tenemos que aprender a leer
los ingredientes, que son obligatorios incluir en todos los productos
cosméticos. Si buscamos en el estuche la sigla INCI (International
Nomenclature of Cosmetic Ingredients) podremos examinar rápidamente los
componentes y verificar si está el prometido extracto de violeta
tricolor, por ejemplo. Para tener en cuenta, es importante saber que el
“Paraffinum Liquidum”, es un aceite mineral que no está permitido en la
cosmética natural.
En lugar de estas sustancias nocivas para la piel, en la cosmética
natural y orgánica se utilizan aceites vegetales, extractos y esencias
de plantas que son de gran valor, pues aportan elasticidad e
hidratación a la piel, un ejemplo es el aloe vera y la glicerina
vegetal. Además, la composición de un aceite vegetal se parece a la
protección natural de nuestra piel. De hecho, muchas veces las
sustancias naturales en su composición compleja son mejores que la
sustancia individual de nuestro propio cuerpo.
Los productos El SOL no son una simple moda, sino que nuestro
conocimiento se basa en 40 años de experiencia. Los aceites vegetales,
los extractos y esencias de plantas fortalecen la piel en sus procesos
vitales y acompaña el ritmo natural de nuestras vidas. Y por
suerte los ingredientes naturales – obtenidos de semillas, plantas
y flores – están compuestos de forma tan compleja que la industria
química no ha podido copiar su fórmula hasta hoy.
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Me parece excelente que la cosmética haya decidido hacer tratamientos con productos naturales y nacionales.
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