viernes, 4 de marzo de 2011

La piel, su cuidado y limpieza


Una cara no será nunca fea si posee una piel tersa, transparente, luminosa. Debe ser, por tanto el objeto de nuestros cuidados mas atentos y escrupulosos.

La piel es un órgano muy importante que vive, respira, se nutre y digiere. Elimina las células muertas, similares a sutiles películas transparentes y la sustituye por otras nuevas; produce grasa y expulsa sustancias toxicas. Es extremadamente sensible y debe ser cuidada para que sus actividades se desarrollen con normalidad.

La piel puede ser grasa, seca, normal o mixta.

La piel grasa es untuosa y brillante, en particular en la nariz y el mentón, bastante propensa al acné, a los puntos negros, a los granitos. En compensación es menos propensa a las arrugas. Para reconocerla, basta con aplicar a una parte de la cara, después de haberla limpiado bien, un papel tisú. Si queda manchada de grasa esto querrá decir que tu piel es de este tipo.

La piel seca más bien es áspera y mate, extremadamente sensible al frío y al calor, pronta a agrietarse y a presentar arrugas.

La piel normal se caracteriza por una distribución correcta de grasa y le es la mas fácil de cuidar.

La piel mixta tiene zonas grasas y otras secas, es la más común.

Determinado el tipo de piel, pasaremos a los cuidados esenciales.

La primera regla es la de la limpieza, una limpieza escrupulosa que también es esencial para la buena salud. Elementos fundamentales de la limpieza son le agua y el jabón, este debe de ser neutro y de buena calidad.

Muy útil para la piel grasa es aplicar cremas tratantes y purificadoras para normalizar la piel. Para la piel seca debes aplicar a diario una base de maquillaje hidratante para equilibrar su pH. Para la piel mixta emplea productos adecuados para cada zona de piel; hay que normalizar la parte grasa e hidratar y alimentar la seca.

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