“SOMOS lo que comemos, lo que descansamos y lo que sentimos”, sentencia la dermatóloga Paz Cerdá. Y está claro que el modo de alimentarnos repercute en el estado de nuestra piel. “Es un gran error suponer que nuestra alimentación es la correcta”, dice la doctora, que llama la atención sobre el hecho de que en nuestra dieta “hay un gran défi cit de vitaminas y minerales. Además, la escasez de ácidos grasos esenciales tiene secuelas en la piel y empeora los casos de acné, dermatitis e incluso de otras enfermedades de tipo infl amatorio. Y el déficit de nutrientes como el ácido fólico o la vitamina B12 está produciendo episodios de sequedad y fragilidad máxima del cabello”. Vitaminas y oligoelementos no se pueden sintetizar en el organismo, solo nos llegan a través de la alimentación y juegan un papel fundamental en la salud de la piel y el pelo. Por ejemplo, la aparición de venitas está relacionada con la falta de vitamina C; una piel seca o envejecida se debe a la escasez zinc o vitamina E; y una alopecia severa y una cara pálida, a la falta de hierro.
Los riesgos del azúcar.
En el proceso de envejecimiento influyen nuestro material genético, el estilo de vida, los excesos de sol, alcohol, tabaco, estrés y, por supuesto, la alimentación, que si es inadecuada puede acelerarlo y provocar que la edad biológica sea superior a la cronológica. A este respecto, el fenómeno de la glicación es clave. “Es un lento proceso que provoca envejecimiento celular. Es una reacción química que se produce frente a los excesos de azúcares, en concreto, la glucosa. Como esta se tiene que fijar a sustancias transportadoras para llegar a las células, cuando hay un exceso utiliza otros vehículos que son moléculas proteicas y se crean compuestos imposibles de eliminar. En la piel, este fenómeno ocurre en la dermis, provocando la fi jación de la glucosa a las fibras de colágeno. Esto desestructura las células y provoca falta de elasticidad, firmeza y arrugas”, explica Alicia Hidalgo, médico estético y nutricionista de Slow Life House.
En el proceso de envejecimiento influyen nuestro material genético, el estilo de vida, los excesos de sol, alcohol, tabaco, estrés y, por supuesto, la alimentación, que si es inadecuada puede acelerarlo y provocar que la edad biológica sea superior a la cronológica. A este respecto, el fenómeno de la glicación es clave. “Es un lento proceso que provoca envejecimiento celular. Es una reacción química que se produce frente a los excesos de azúcares, en concreto, la glucosa. Como esta se tiene que fijar a sustancias transportadoras para llegar a las células, cuando hay un exceso utiliza otros vehículos que son moléculas proteicas y se crean compuestos imposibles de eliminar. En la piel, este fenómeno ocurre en la dermis, provocando la fi jación de la glucosa a las fibras de colágeno. Esto desestructura las células y provoca falta de elasticidad, firmeza y arrugas”, explica Alicia Hidalgo, médico estético y nutricionista de Slow Life House.
Los mejores aliados.
“Para llenar la cesta de la compra teniendo en cuenta las necesidades de la piel, hay que buscar vitaminas, minerales y amioácidos”, dice Patricia García, nutricionista de la Clínica Ordás. Entre las primeras se ha de prestar atención a la vitamina C, presente en los cítricos; la vitamina E, en los aceites de soja y de oliva; y la provitamina A, en zanahorias y calabaza. Los minerales estrella son el selenio (en carnes, pescados, marisco y huevos); el cobre (en pescados, mariscos, cereales y vegetales verdes) y el zinc (en legumbres, carnes y cereales completos). Por último, la especialista apunta que un aminoácido, la cisteína, que encontramos en huevos, lácteos, carnes y pescados, “es importante para la producción de las enzimas que combaten los radicales libres”. El secreto: comer de todo todos los días. Pero una dieta de calidad también cuida otros detalles. “Tomar alimentos con pesticidas, conservantes, demasiado ricos en sal o manipulados se traduce en nuestra piel. Los efectos más visibles son sequedad, pérdida de elasticidad y fi rmeza, y deficiencias del sistema pigmentario”, explica Isabel Lostao, de Estética Lostao.
“Para llenar la cesta de la compra teniendo en cuenta las necesidades de la piel, hay que buscar vitaminas, minerales y amioácidos”, dice Patricia García, nutricionista de la Clínica Ordás. Entre las primeras se ha de prestar atención a la vitamina C, presente en los cítricos; la vitamina E, en los aceites de soja y de oliva; y la provitamina A, en zanahorias y calabaza. Los minerales estrella son el selenio (en carnes, pescados, marisco y huevos); el cobre (en pescados, mariscos, cereales y vegetales verdes) y el zinc (en legumbres, carnes y cereales completos). Por último, la especialista apunta que un aminoácido, la cisteína, que encontramos en huevos, lácteos, carnes y pescados, “es importante para la producción de las enzimas que combaten los radicales libres”. El secreto: comer de todo todos los días. Pero una dieta de calidad también cuida otros detalles. “Tomar alimentos con pesticidas, conservantes, demasiado ricos en sal o manipulados se traduce en nuestra piel. Los efectos más visibles son sequedad, pérdida de elasticidad y fi rmeza, y deficiencias del sistema pigmentario”, explica Isabel Lostao, de Estética Lostao.
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