La mayoría de nosotras soñamos con una melena lacia y brillante, que no se infle como la de un león en los días de mucha humedad. Por eso no dudamos en recurrir a cualquier tratamiento o producto que garantice ese milagro. Hace algunos años se lanzó al mercado un sistema de alisado definitivo que prometía ser la solución: dejaba el pelo lacio y aparentemente sano durante algunos meses. Lo llamativo era que debía realizarse al aire libre y que requería el uso de barbijos para proteger las vías respiratorias de los fuertes gases que emanaban del producto durante su aplicación.
Cuando se descubrió que ese revolucionario alisante, proveniente de Brasil, contenía una alta concentración de formol (una sustancia tóxica, que agrede las mucosas de los ojos y las vías respiratorias, y que exige controles minuciosos), de inmediato la Administración Nacional de Medicamentos, Alimentos y Tecnología Médica (ANMAT), dependiente del ministerio de Salud de la Nación, lo prohibió. Aunque las peluquerías ya no lo aplican, algunos estilistas todavía lo hacen (en su domicilio o en el de la clienta). Pero las consecuencias son lamentables.
El componente prohibido
Los peluqueros que se animan a usarlo aseguran que el alisante que contiene formol se puede aplicar en cualquier tipo de pelo (ya sea teñido o con reflejos). Su fórmula también posee queratina, una proteína natural del pelo, que sella el color y le da brillo. El resultado es impactante: la melena luce suave, brillante y ultralacia. Esto no se conseguía con ningún otro tratamiento. Seguramente te preguntás qué función cumple el formol en el proceso de alisado. "Esta sustancia altera la fórmula química de las proteínas y eso hace que se elonguen. De esta manera, el pelo queda lacio", explica el tricólogo Miguel Ángel Cisterna, director de la clínica Cabello y Salud. El alisante se aplica mecha por mecha, después se hace un brushing y, por último (para cerrar la cutícula y sellar el pelo), se pasa la planchita. El vapor que emana del producto cuando está en contacto con fuentes de calor es tóxico. Provoca dermatitis, cuadros alérgicos e irritación ocular, entre otros malestares. En altas concentraciones, afecta las vías respiratorias y se lo puede considerar un agente cancerígeno.
Además de ser nocivo para tu salud, este tratamiento puede dañar tu pelo. "Se trata de un proceso de modificación química del cabello, que puede dañar la fibra capilar y producir consecuentemente la caída por corte o quiebre. Por eso, hay que observar el estado de la fibra antes de someterla a este proceso", asegura el tricólogo Adrián Acuña, fundador del Instituto del Cabello y consultor del Clear Trichological Centre.
Alternativas saludables
Existen sistemas para tener el cabello impecable que usan productos que no contienen formol ni amoníaco. Consultá con tu estilista cuál es el alisado apropiado para vos, de acuerdo a tu tipo de pelo (en la página 68 recomendamos uno). ¿Cómo saber que el tratamiento que te están realizando está libre de formol? A este producto se lo detecta por el olfato: tiene un olor muy fuerte, penetrante e irritante. Además, la técnica de aplicación difiere. Los permitidos deben ser neutralizados: se los enjuaga inmediatamente. Pero si utilizaron uno con formol, recién podés hacerlo tres días después de la aplicación.
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