viernes, 9 de marzo de 2012

Pilar Sordo

La psicóloga y best seller chilena habló con Para Ti sobre su nuevo libro, Bienvenido dolor, cuyo extracto exclusivo regalamos como suplemento con esta edición. Tras haber atravesado la muerte de su pareja (hace 3 años), investigó sobre el dolor, su relación con la felicidad, la muerte y el cáncer. Temas duros de abordar, pero que –según la especialista– son los que más nos hacen crecer. 

 

Psicóloga de profesión, Sordo extendió esa actividad por fuera de un consultorio tradicional y ahora dicta masivas charlas, repletas de mujeres, y sus libros se convierten en best sellers casi obligados en el mundo hispano.

 
“En la medida en que unoacaricie el dolor, lo reciba y se abra al desafío de ver quétrae, aunque no lo quiera, uno crece, es mejor persona,ordena prioridades, disfruta más el presente y se conecta con la felicidad”.



No para. Cuando no está de viaje por el mundo llevando sus conferencias, está escribiendo un libro, y cuando no está escribiendo un libro, está dando asesoramiento a empresas o escuelas. O, también, atendiendo su fundación dirigida a enfermos y familiares de enfermos de cáncer. Sin embargo, la mañana que elige hablar con Para Ti, desde su casa en Chile, Pilar Sordo está claramente relajada, y se toma su tiempo para pensar y responder cada pregunta. Psicóloga de profesión, Sordo extendió esa actividad por fuera de un consultorio tradicional y ahora dicta masivas charlas, repletas de mujeres, y sus libros se convierten en best sellers casi obligados en el mundo hispano. ¡Viva la diferencia! y Lecciones de seducción son ejemplos de esto. Tal vez el éxito de todo lo hecho hasta ahora le permitió animarse a escribir sobre un tema más árido: el dolor. En Bienvenido dolor, luego de haber atravesado la muerte de su segunda pareja (de cáncer de páncreas, en febrero de 2009), la reina de la autoayuda nos explica por qué se decidió a escribir sobre este tema. “Cuando creé mi fundación que ayuda a pacientes con cáncer, me empecé a dar cuenta del efecto que tiene la enfermedad en ellos. Como era bastante parecido a lo que me había tocado vivir con mi pareja unos años antes, empecé a investigar el tema. Luego decidí agregarle otra investigación sobre la felicidad porque me parecen las dos caras de una misma moneda. El título, como a todos los títulos de mis libros, lo soñé. Me desperté una mañana y decidí que se llamaría Bienvenido dolor”.
Parece poco vendedor un libro que habla sobre el dolor… Es que yo veo este sentimiento como una invitación a un proceso de transformación. En la medida en que uno acaricie el dolor, lo reciba y se abra al desafío de ver qué trae, aunque no lo quiera, uno crece, es mejor persona, ordena prioridades, disfruta más el presente y se conecta con la felicidad. El libro es más positivo de lo que parece por su título. Tenemos la ilusión de que le ganamos al dolor, de que los medicamentos hacen que no nos duela nada, de que tenemos miles de herramientas para no sufrir. Esa ilusión es la que el libro viene a romper.
¿Creés que podrías haber abordado el tema del dolor sin haber experimentado la muerte de tu marido? No lo sé. He tenido antes de eso muchos dolores también. Tengo una separación matrimonial a cuestas… Pero, probablemente, de no haber pasado algo tan triste como lo de mi marido, no podría haber escrito este libro, al menos no con la misma intensidad ni profundidad. Utilicé un zoom que me hizo focalizar en sentimientos que seguramente si no hubiera transitado por ese camino me hubiese sido más difícil ver.
¿En qué te cambió a vos esa experiencia, en tu personalidad, en tu forma de vivir? Me reafirmó. La vivencia de dolores muy intensos produce que menos cosas te den miedo. Porque, ¿qué más te va a pasar? Y aunque pasaran, uno ya sabe que puede. Ya aprendió a pararse y por lo tanto tiene menos miedo a caerse. De todas maneras, yo ya venía con un proceso de transformación que empezó con ¡Viva la diferencia! Ese proceso cambió mi vida, mi trabajo como psicóloga, hizo que se me reafirmara el anclaje con el presente, el disfrute y ser más agradecida. El humor ya es una parte de mi vida cotidiana.
¿Qué le dirías a una mujer que está atravesando por una situación parecida? Que llore, grite, patalee, viva su proceso tranquila y no se deje apurar por el resto. Que exija que le respeten su proceso de duelo. Si tiene ganas de tener todas las fotos expuestas en su casa que las tenga; si tiene ganas de guardarlas que las guarde. Las penas no se pasan, que no espere olvidar, porque esas cosas no se olvidan nunca. El tiempo ayuda a aprender a caminar con las penas. Y hay días buenos en esa caminata y hay otros pésimos.
El libro toca temas fuertes como las enfermedades terminales y la importancia que adquieren las cosas cuando uno atraviesa esos momentos límite. ¿Cuáles son las cosas de tu vida que más valorás? Aquellas que no tienen ningún valor económico: las tortas que mi mamá me hacía para los cumpleaños, los juegos que inventaba con mis hermanas, el afecto de mis abuelos. También de lo que le pude entregar a mis hijos… Tiene que ver con los afectos. Lo demás no me genera ningún apego. Lo que uno tiende a recordar es lo que hizo puertas adentro. Ojo, en mi caso también es bonito lo que yo hago porque siento que ando por el mundo tocando corazones y generosamente la gente me los abre.
Hablás de ir por el mundo tocando corazones. Cuando recién te iniciabas en la psicología, ¿te imaginabas que ibas a llegar tan lejos? Nada, nunca me imaginé nada de lo que me está pasando. Ni escribiendo libros, ni haciendo investigaciones. Menos dando conferencias y saliendo de Chile. De hecho, todavía no lo puedo creer. Cuando me dicen que voy a dar una charla en tal ciudad y que hay una hecatombe de hispanos que quieren ir, para mí es como si me estuvieran hablando de otra persona, no de Pilar Sordo. No dejo de asombrarme de cómo se ha ido desarrollando mi camino sin que yo haya pretendido buscar nada de esto.
¿Había algún indicio de que eso iba a ser así, eras muy consejera con tus amigos, con tus familiares? Siempre supe que el tema de la psicología podía ser mi camino porque era muy buena para escuchar y la gente me pedía opiniones. Pero me podría haber quedado atendiendo mi consultorio. De hecho fue lo que hice durante un tiempo. Pero, paulatinamente comencé a ponerme más curiosa. Los estados de comodidad a mí me complican un poco. Me empiezo a inquietar y entonces busco nuevos desafíos. Es la única explicación que encuentro, porque desde lo demás todo me parece absolutamente mágico.
¿Qué esperás generar en las personas que van a escuchar tus charlas? Lo que pretendo es que por lo menos a diez personas de las mil que están escuchándome alguna frase les sirva de algo. Esa es mi máxima pretensión. Que después de escucharme se abra en ellos un espacio de mirar distinto, nada más… y nada menos.



Textos: Lucila Pinto. Fotos: A. Atlántida.  

ParaTi 


 

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