lunes, 29 de agosto de 2011

Primer capítulo del libro de Alejandro Corchs: Trece preguntas al Amor

De todos los seres vivos que conozco, debo reconocer que me da mucho trabajo Ser Humano.

Es tan grande el Misterio que esconde nuestra existencia, y tan pequeño el desarrollo de nuestra conciencia cotidiana, que varias veces me encontré con el pretexto: �Es que soy humano�. Como si ésa fuera la mejor excusa que tengo para justificar las partes que no me gustan de mí mismo, o de los demás.

Salvo contadas excepciones, sólo me enorgullezco de la raza humana cuando tengo un bebé o un niño pequeño en brazos, cuando todavía el resto de la especie no logró domesticarlo a la impureza, o corromperlo hacia la desesperanza. Tal claridad tenía el Universo de nuestra fragilidad humana, que guardó la memoria y el secreto de nuestra esencia en otros seres vivos: las Estrellas, la Tierra, el Agua, el Aire y el Fuego. Ellos cuidan de nuestra esencia, hasta que nosotros reunamos la conciencia suficiente para hacernos cargo de ocupar nuestro lugar en la vida, en armonía.

Este libro no se trata de decirles a los demás lo que tienen que hacer. Ésa es la historia más conocida y reciente de la humanidad, pese a que "¿Qué es lo que tengo que hacer?" es la pregunta que recibo con más frecuencia en el trabajo que llevo a cabo con otras personas. Sobre todo cuando la semilla de la esperanza vuelve a germinar en el corazón y se encuentra con el miedo al Amor. ¡Sí! No hay nada que nos asuste más que la posibilidad de sentir Amor por todos y todo lo que nos rodea. Amor puro, sólido, comprometido, incondicional, inundado de humildad y respeto, resplandeciente de verdad y alegría. ¿Cómo no nos va a aterrar la idea del Amor? Si tanto nos dolió cuando sentimos que lo perdimos, cuando nuestro niño miró hacia afuera y recibió heridas brutales en medio de un campo de batalla devastado, y no tuvo más remedio que convertirse en sobreviviente. Justamente para olvidarse de la maravillosa experiencia que era la vida, para resguardarse y sobrevivir en la penosa ilusión de la soledad, el desamparo y la separación.

Yo mismo me encontré, muchas veces, preguntándole al Universo: "¿Qué es lo que tengo que hacer?". Nunca, ¡jamás!, recibí respuesta a esta pregunta. Al principio creía que era la venganza de un Dios castigador. Después supuse que era indiferencia cósmica y que estábamos librados a la ley del más fuerte. Finalmente descubrí que: ¿Qué es lo que tengo que hacer? no se responde por respeto, porque esa respuesta quebranta una de las leyes más importantes del Universo: Libertad. Ningún ser vivo, excepto los humanos, le faltaría el respeto a otro ser vivo, diciéndole lo que tiene que hacer e impidiéndole que descubra el maravilloso, insondable e infinito Misterio que une sus decisiones y la realidad que lo rodea.

Este libro trata de otras doce preguntas que el Amor respondió.

Desde que tengo un año y nueve meses me encontré con el temor más grande de toda la cultura occidental. Vivía en Buenos Aires, era el primer hijo de mis padres, Elena y Alberto, que se habían exiliado en Argentina escapando de la persecución de la dictadura militar uruguaya. Una tarde estaba jugando en los brazos de mi madre en el patio de casa, cuando un comando militar clandestino los secuestró. En el último momento, cuando nos llevaban, mi madre me dejó con unos vecinos, que me ocultaron durante una semana hasta que localizaron a mis abuelos en Uruguay.

Mis padres fueron brutalmente golpeados, torturados y violados durante seis meses, mientras yo lloraba sin consuelo. Al sexto mes, ellos murieron y mis lágrimas cesaron.

Hasta el dolor más profundo esconde un propósito amoroso para con nosotros. Eso no quiere decir que deje de doler. Todo comenzó cuando yo era tan pequeño, que desde niño me sentí con el derecho de pedirle al Universo una explicación: ¿para qué me pasó lo que me pasó? Largo fue el camino de encontrar mis respuestas. Sabía que las iba a encontrar, aunque muchas veces me derrumbé. Años de mentira, sometimiento, soledad y culpa nos influyen mucho más de lo que nos damos cuenta, a la hora de salir a recuperar la esperanza de vivir.

Te invito a comenzar cuestionando a la muerte, porque después de eso, el resto se ve con mayor claridad.



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