jueves, 1 de septiembre de 2011

La cuarta planta de Lacoste en el mundo se inauguró en San Juan



Abastecer el mercado brasilero, la mano de obra calificada y las Licencias No Automáticas para la importación de bienes son las razones del emplazamiento de la flamante fábrica de la empresa francesa.
Cuando una empresa debe elegir un territorio para instalar una fábrica se someten a análisis varios factores que pueden demorar un buen tiempo la decisión final. En el caso de Lacoste, parece que la elección se resolvió más rápido que de costumbre. Razones sobran para la apertura de la cuarta planta en el mundo de la firma francesa de indumentaria y calzado que, en una primera etapa, requirió la inversión de $ 4 millones de pesos. La planta ocupa a 380 personas con un sueldo promedio de $ 3.500. Poseen doble turno y, en 2012 crecerán al tercer turno y a los 700 empleados.

Lacoste, hasta ayer, solo tenía plantas en Francia, China y Perú, su proveedor global de algodón. Ahora, su cuarta fábrica ubicada en la provincia argentina de San Juan producirá 700 mil camisas este año y un millón en 2012. La firma completará parte de la producción en Buenos Aires y así comercializará en la Argentina 2,4 millones de prendas por año.

Además, la apertura de la nueva planta forma parte de la estrategia para luchar contra las falsificaciones. La alta capacitación de la mano de obra local permitirá mejorar la confección de las prendas, haciéndolas más artesanales. Desde esta nueva factoría, la empresa del cocodrilo abastecerá la demanda de tres importantes mercados: Brasil, Estados Unidos y Canadá.

Los directivos de la firma Vesuvio, que tiene la licencia de Lacoste para todo el Mercosur y Chile, son conscientes que con el actual modelo producir en la Argentina es más caro que importar. Sin embargo, desde enero existen las Licencias No Automáticas que sólo permiten importar bienes a las empresas que exporten cifras similares de divisas.

Uno de los principales objetivos de la inversión es abastecer la creciente demanda de Brasil que, al mismo tiempo, está perdiendo competitividad frente al sector textil de Argentina. La clásica chomba del cocodrilo se vende allí a 133 dólares. Mientras que en nuestro país, la chomba se produce a menos de 25 dólares y se vende a casi 100, un 80 por ciento menos que en el país hermano.

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