Fue la crisis del 2001 el puntapié inicial para su crecimiento en el mercado. Tienen precios accesibles y ofrecen buena calidad, lo que hicieron que se transformen en competencia para las fragancias internacionales
La ecuación es simple. Un perfume internacional de 100ml cuesta más de $300, mientras que uno de la misma cantidad pero nacional ronda los $100. Con un precio más que competitivo y buena calidad, las fragancias argentinas se instalaron en el mercado y su presencia avanza a pasos firmes.
“La industria del perfume crece año a año. Depende del ciclo que se mire, a veces es mayor o menor”, explicó Ramiro San Pedro, director comercial de TVG Group y socio de Karina Rabolini, quien cuenta con una línea de perfumería y belleza, al tiempo que precisó que el rubro sostiene un crecimiento promedio de entre un 10% y un 15% anual.
Las razones del desarrollo sostenido de esta industria son varias. Si bien los precios aumentan por la inflación, los perfumes no subieron como sí lo hacen otros rubros (alimentos, ropa, servicios). A su vez, el dólar en ascenso y las facilidades de pago para fomentar el consumo también fueron clave para su crecimiento.
“Desde mediados del 2002 al 2007 el impacto de la devaluación alejó el precio del producto importado del consumidor argentino. A partir de esa época, la inflación interna y el atraso del dólar fue aproximando el precio al público, y a las posibilidades de compra”, señaló Josué Quesada, presidente del laboratorio Saint Julien que lleva más de 40 años en el mercado de la perfumería nacional, y agregó: “Además, apareció el crédito al consumo, 12 pagos no solo para electrodomésticos: un perfume en 12 cuotas. Reavivó la importación y el consumo”.
La crisis del 2001 hizo tambalear la economía del país, pero también invitó a las industrias a renovarse para salir adelante, como fue el caso de la perfumería.
Bernardo Conti, gerente técnico de la División Perfumería de la empresa Firmenich en Argentina y director de la carrera de Perfumista en la Asociación Argentina de Químicos, Cosméticos señaló que la situación hizo “imposible aun a las clases más altas” el acceso a perfumería de prestigio.
“Aunque lo siguieron comprando ya no fue un artículo de consumo diario sino un elemento de lujo para ocasiones especiales. En ese momento la industria nacional de perfumería estaba en ruinas con muy pocas opciones”, agregó.
Made in Argentina
Si bien la perfumería local no tiene gran desarrollo a nivel mundial, según San Pedro, “está bien vista, al igual que muchos rubros de moda y belleza en Latinoamérica”. Además aclaró: “De todas maneras hay países latinoamericanos que es muy difícil lograr exportar fragancias fabricadas en Argentina”.
En ese sentido, San Pedro destacó que en el caso de los productos Karina Rabolini se fabrica tanto en Argentina como los Estados Unidos y la diferencia no es muy distinta ni en costos ni en procesos, pero sí ante el ojo del consumidor. “La perfumería importada, sobre todo de Francia y EE.UU., es mejor vista y el consumidor está dispuesto a pagar más por el sello ‘made in’”.
En lo que respecta a la materia prima que se usa para la producción, casi todo es importado. “Argentina cuenta con una excelente producción de cítricos para perfumería de nivel internacional y de hecho los exporta a lugares de alta perfumería como Francia, USA o Italia, pero el resto de los componentes vienen de afuera”, explicó Conti.
Y agregó: “Argentina tiene buenas credenciales porque los diseñadores de moda argentinos son muy bien vistos en el exterior, la calidad de talleres de ropa como Bogani hace que la moda argentina se vea como de altísima calidad en el mundo. En el caso de la perfumería las experiencias todavía son pocas y más que nada en países limítrofes pero pienso que hay un futuro muy interesante por venir, si la debida inversión y estrategia se ponen en marcha”.
Fragancias fashion
Con solo acercarse a una perfumería, se puede ver el gran abanico de propuestas que se ofrecen made in Argentina. En este amplio surtido, hay desde fragancias de personajes del mundo de la moda como modelos y diseñadores, hasta de actores y deportistas que ponen su imagen para crear su propio aroma.
Según explicó Conti, para lograrlo, la mayoría de ellos acuden a las principales empresas que conforman la perfumería nacional como lo son Cannon Puntana, Karina Rabolini, Saint Julien y L’Oval, entre otras. “Los aromas salen al mercado con un nombre y no con su razón social, por eso no son tan conocidos por la gente”, contó.
El hecho de que el perfume sea de un diseñador o pertenezca a una marca le da aún mayor consistencia al producto y también cierto estatus, por lo que ya queda posicionado en el mercado gracias a ese respaldo. Tal es el caso del perfume Amor Infinito de la modelo Valeria Mazza producido por Saint Julien o el de Gino Bogani por la empresa Cannon Puntana.
De esta forma también funciona con las marcas de indumentaria que lanzan sus propias fragancias como Paula Cahen D’anvers, Kosiuko, Ricky Sarkany, La Martina y Portsaid, entre otras, al igual que los famosos que incursionan en el mundo de la perfumería como Araceli González, Karina Rabolini y hasta Ricardo Fort.
“La marca es importantísima, el consumidor no sabe evaluar un perfume en el momento de compra, distinguir si es bueno, si le va a durar, si tiene buen gusto, la marca da seguridad. Cuando compramos un perfume a un diseñador nacional o extranjero sabemos que él lo evaluó y consideró que era bueno”, detalló Conti.
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