Enseguida se sintió “como una niña en una tienda de chucherías, ¡no sabía con qué quedarme!”, cuenta a los periodistas invitados por la firma a la presentación organizada en Río de Janeiro. “Pero enseguida me encontré con el primer obstáculo: adquirir conciencia de lo realmente difícil que era trasladar nuestro sueño a la realidad. El impedimento técnico inmediato fue que no sabíamos que las piedras no estaban aprobadas para uso cosmético por la FDA [Food and Drug Administration, organización estadounidense conocida en español como la Agencia Americana del Medicamento]“.
De su selección previa de 14 piedras, el material de trabajo quedó reducido a cuatro: la broncita, la lepidolita, la pirita y la turmalina negra. Fueron descartadas la amatista, el cuarzo rosa o el topacio. “Pero no desechamos seguir investigando para poder utilizarlas en un futuro, porque nos encantan”, insiste Balbier. Nick Gavrelis, responsable de desarrollo global de producto de M·A·C, añade: “Nuestra principal pregunta siempre fue: ‘¿Son seguras?’. Para conseguir la aprobación de las agencias reguladoras de todo el mundo realizamos pruebas médicas. La prioridad era asegurarnos de que estos cosméticos no provocaban ninguna reacción alérgica”.
Según los responsables de H. Stern, la principal joyería de Brasil, las cuatro piedras que conforman la gama Semi Precious no se cotizan más allá de la artesanía ornamental, por más que convivan en las canteras con otras variedades emblemáticas de este país, como la esmeralda, la aguamarina o el topacio imperial.
Lo que sí se dibuja en el imaginario popular son los valores energéticos atribuidos a estos minerales semipreciosos, que subraya el propio Gavrelis. “La broncita es la piedra de la cortesía, promueve una actitud cariñosa y desprejuiciada. La turmalina negra es la piedra eléctrica, neutraliza las energías negativas. La pirita es la piedra de fuego e incentiva las habilidades comunicativas. Y la lepidolita es la piedra de la paz, ayuda a eliminar obstáculos”. Una mística añadida a sus sombras, polvos y coloretes, que apelan, además, al magnetismo de la individualidad. Cada pieza se presenta como única gracias a su original proceso de elaboración. “A nuestro compuesto mineralizado, biofermentado en una base de extracto de levadura, se añaden las piedras micronizadas. Cocinamos esa mezcla cuidadosamente para esculpir auténticas obras de coleccionista”, literaturiza Gavrelis.
El efecto final nada tiene que ver con la colección Surf, lanzada por M·A·C también para este verano. Donde se despliega un derroche de color y luminosidad, Semi Precious indaga en tonos metalizados, brillantes y más fríos. Para Gordon Espinet, jefe artístico de M·A·C, “eso no supone ningún impedimento para lograr el efecto que tú quieras, ya busques un look más atemporal, a lo Audrey Hepburn, o algo más a la moda, como elrevival discosetentero”.
Espinet insiste en que la clave del éxito es la innovación. Sin perder el norte. “El Clear Lipglass nos costó cuatro años de desarrollo, pero logramos un producto definitivo. Ese es el objetivo. Hay firmas cosméticas que entienden por innovación renovar elpackaging. Nosotros pensamos en la tecnología antes que en la forma. Aunque finalmente el prestigio de M·A·C se juegue en todos los campos simultáneamente. Tenemos los mejores críticos, o los peores, según se entienda: los maquilladores profesionales. Cada vez que lanzamos un producto o una línea se montan auténticos debates en Twitter sobre su calidad y sus posibilidades de uso”.
Jennifer Balbier, vicepresidenta de M·A·C
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