Guido Palau fue, una vez más, el artífice de estos románticos moños, inspirados en las princesas rusas. Se trata de una versión renovada del tradicional chignon de bailarina, relajada y con algunos mechones sueltos.
Detalle del moño, rematado con una horquilla de estética vintage en la parte posterior. Antes de enrollar el cabello es necesario llevar a cabo una trenza indefinida para conseguir este efecto.
El maquillaje, firmado por Pat McGrath, era ultrafememino. ¿Las claves? Una tez nivea y una romántica combinación de tonos rosas en mejillas y labios (coloreados directamente con los dedos) y detalles gold en la zona del lagrimal y en el arco de cupido.
La zona interna del ojo se trabajó con un pincel biselado y fino y sombra dorada en crema para lograr una mayor precisión.
La vocación romántica del look de Valentino tan sólo se vio interrumpida por el color de uñas, un verde oscuro que rozaba el límite con el negro.
El look de belleza de Elie Saab estaba firmado por Gordon Espinet, del equipo internacional de M.A.C. La inspiración, tal y como define el propio maquillador, es la de una mujer joven, pálida y frágil con una piel radiante y translúcida que da la impresión, incluso, de que podría haber estado llorando". En la imagen, el boceto que utilizó el equipo de maquilladores.
La clave del look está en la tez, trabajada en toda su extensión con una mezcla de base de maquillaje y crema hidratante iluminadora. Las mejillas, tal y como nos cuenta el equipo de M.A.C., se revitalizan con un blush en crema aplicado con brocha.
Para dar profundidad a la mirada Gordon y su equipó dibujaron un fínismo trazo de eyeliner ultrapegado a la base de las pestañas superiores.
La máscara se aplicó solo en las pestañas superiores y se utilizó un toque de sombra en crema bajo el arco de la ceja.
Terry Barber, de M.A.C, firmó el look de Stephane Rolland, inspirado en las obras del artista Guy Bourdin. "La idea era una mujer japonesa con ojos gráficos", cuenta Barber.
Para enmarcar la mirada Terry y su equipo combinaron el uso del eyeliner en diferentes texturas, con el lápiz negro, sombras en tonos carbón y máscara de pestañas.
El look de belleza de Chanel reflejaba la ambivalente silueta femenina/masculina que Karl Lagerfeld ideó para su propuesta.
Antes de cubrir los ojos con un cinta de encaje negro, Sam MacKnight y su equipo crearon moños medios elaborados con finísimos mechones entrelazados y sujetos con horquillas de bailarina.
Sam cubre el rostro de una modelo con la cinta a modo de antifaz.
La cinta se sujeta en la parte posterior del moño cediendo el protagonismo al recogido.
Para los labios se usó un tono melocotón, al igual que para las mejillas, declinado en una versión mate para un efecto velvet.
La cinta se sujeta en la parte posterior del moño cediendo el protagonismo al recogido.
Peter Philips, director de maquillaje de la maison, quiso recrear una mirada profunda con un negro intenso que empieza a trabajarse con trazos de sombra en el pliegue del párpado, tal y como vemos en la imagen.
Para lograr el efecto máscara en la mirada, el uso de sombras en crema se prolonga, incluso, por debajo del ojo y por la zona del lagrimal.
Para lograr el efecto máscara en la mirada, el uso de sombras en crema se prolonga, incluso, por debajo del ojo y por la zona del lagrimal.
Para los labios se usó un tono melocotón, al igual que para las mejillas, declinado en una versión mate para un efecto velvet.
La vocación Geisha de la propuesta de Armani Privé se reflejó de forma obvia en su look de belleza, centrado en la palidez de la tez y en la mirada, trabajada con vitalistas tonos coral.
Una imagen del boceto con el que trabajó el equipo de maquilladores de Giorgio Armani.
Las sombras corales compartieron protagonismo con el khôl negro, trabajado con difuminador para conseguir este efecto.
Para allanar el camino a los impresionantes tocados que lucirían las modelos, el cabello se pulió con gel fijador en recogidos tirantes que definían con precisión la silueta.
Detalle posterior del recogido de Armani Privé.
Detalle del tocado.
El look de belleza de Jean Paul Gaultier tenía dos claves, los tocados de plumas, elaborados por Odile Gilbert, y el maquillaje, de Stephane Marais.
Además de la rotundidad de los trazos de eyeliner -que discurren paralelos sin llegar a unirse-, los labios adquirieron un protagonismo importante. Stephane Marais trabajó con lipsticks de su línea de belleza, ya descatalogados.
El eyeliner se trabajó con pincel para lograr una mayor precisión.
Imagen del boceto del look de Giambattista Valli, firmado por Val Garland. Tal y como indicó la maquilladora a su equipo, la piel tenía que ser "alabastro, porcelana y pura perfección".
Tras aplicar iluminador en las ojeras y bajo la mirada, se dibujó un trazo fino de eyeliner sobre las pestañas superiores. Para potenciar su carácter milimétrico y para disimular posibles imperfecciones, se recurrieron a los bastoncillos impregnados en desmaquillante de ojos.
También se utilizaron pestañas postizas, sólo en la parte superior. Para camuflar la unión y para conseguir un aspecto más natural se recurrió a la máscara de pestañas.
Los labios se trabajaron sólo con bálsamo labial y el blush sólo se aplicó en la parte alta de los pómulos para darles volumen.
Orlando Pita se encargó del peinado que vimos en el primer desfile alta costura de Valli.
Los sencillos moños de bailarina se enmarcaron en minimalistas cintas elásticas de algodón.
De inspiración disco y con cierta vocación Art Decó, el look de belleza de Dior fue uno de los más comentados. Una vez más Path McGrath y Guido Palau capitanearon el equipo de maquilladores y estilistas en en backstage.
Con pinzas de depilar y gracias a un trabajo meticuloso de colocación de diminutos paillettes en el párpado móvil se consiguió este resultado.
Otro de los looks vistos en Dior, llevado a cabo con adhesivos de colores energy perfectamente adaptados a la anatomía de cada rostro.
Las cejas se cubrieron con paillettes de diferentes tamaños.
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