domingo, 14 de agosto de 2011

Bernardo Conti


Entre aromas y recuerdos, uno de los narices más prestigiosos de la Argentina, cuenta cómo es vivir oliendo, da consejos para entrenar el sentido del olfato y diseña una fragancia para una chica Para ti.


Bernardo Conti es gerente de evaluación de perfumes y Latinoamerican Fragrance Trainner paraFirmenich S.A., una reconocida firma creadora de esencias y fragancias.
Tiene la elegancia necesaria para trabajar junto a las marcas internacionales más prestigiosas del mundo de la moda y la modestia suficiente para tolerarlo. Y aunque su currículum incluye trabajos que lo trasladan desde Brasil a Suiza, pasando por México, Estados Unidos, Inglaterra y Francia, el nariz Bernardo Conti destaca su título de licenciado en Ciencias Químicas de la UBA y el recuerdo de una infancia en escuela pública con “olor a mate cocido”. Su vida es, básicamente, oler; puede reconocer hasta 5000 aromas.

Actualmente es gerente de evaluación de perfumes y Latinoamerican Fragrance Trainner para Firmenich S.A. –una reconocida firma creadora de esencias y fragancias–, empresa en la que trabaja desde hace 26 años, donde casi por casualidad descubrieron su talento y lo enviaron a Suiza para entrenarlo como perfumista. Hoy, este “buscador de esencias” presentó la fragancia Code Sport de Armani: una buena excusa para hablar con Para Ti.
Como perfumista, ¿estás todo el tiempo oliendo? Sí, huelo en el laboratorio nueve horas por día… o más, porque sigo oliendo en casa, en la calle. ¡Me encanta!

¿Hay algún olor que te disguste? No. Tiene que ser uno demasiado feo para que me moleste. Lo que sí me pasa es que no me gustan los lugares muy encerrados, pero no me molesta si alguien está haciendo asado, o friendo cebolla, es más, pienso “¡qué rico!, en un rato vamos a comer”. Otra cosa que me pasa es que algunos olores me provocan tristeza. Por ejemplo, amo los gatos, pero su olor a pis me recuerda a los hospitales y eso me entristece un poco porque me acuerdo de enfermedades de familiares.

Eso se debe a la memoria olfativa… Por supuesto. Los olores despiertan imágenes y sensaciones únicas. Mi madre usaba un mismo perfume siempre –porque antes se estilaba usar uno solo toda la vida– y cada vez que huelo esa fragancia, la recuerdo. También me pasa con los olores de la comida: cuando huelo a tuco me acuerdo de mi nona o mi mamá haciendo la salsa. La memoria olfativa te guarda momentos en cajitas.

¿Creés que en general tenemos poco desarrollado el sentido del olfato? No, tenemos poco desarrollada la educación olfativa, que es distinto. Nos falta saber ponerle la etiqueta a lo que olemos. El olfato se desarrolla naturalmente: todo el mundo distingue un olor de otro. Pero el entrenamiento de perfumista se basa en enseñar a ponerle nombre a los olores.

¿Qué podemos hacer para entrenar la nariz? Probar muchas cosas diferentes. Cambiar siempre de dieta, variar distintos tipos de verduras y frutas… Cocinar con especias, modificar ingredientes, no quedarse siempre con lo mismo. El experimento es la base del desarrollo del olfato, y lo más fácil y económico es hacerlo a través de la comida.

Es fácil y económico, pero lleva tiempo... Sí, por supuesto. Mi amiga Dolli Irigoyen me dijo una vez: “antes de cortar una carne hay que esperar dos o tres minutos para que los jugos se estabilicen”; yo digo que aprovechemos esos minutos para realmente oler el aroma de la carne, tal como hacemos con el vino. Hay que dedicarse un par de minutos y retener el aroma en la nariz. También podemos entrenarnos con nuestras parejas e hijos, prolongando el beso en la mejilla, por ejemplo. Simplemente hay que tomarse un segundo, más que para ejercitar, para disfrutar.

Cada persona tiene un olor particular, ¿a qué se debe?Principalmente al tipo de piel. Están documentados más o menos 74 tipos de piel que abarcan todo el abanico de razas. Las pieles se tipifican según su densidad, la cantidad de células, el manto ácido, entre otras cosas. Pero también depende mucho de lo que comemos, porque influye en el nivel de grasa, de ácido y de hidratación. Y, por último, tiene que ver con la familia, ya que la piel y la transpiración responden al genoma. Dos personas de exactamente la misma raza, que comen lo mismo, que tienen el mismo tipo de piel, pero provienen de familias diferentes, tienen distinto aroma.

¿Y los lugares? ¿Tenés alguno preferido en cuanto a los olores? Sí, claro. Me encanta el olor de los viajes, el de las pâtisseries francesas, ¡el olor a pan me parte la cabeza! También el olor de las chocolaterías o el de las casas de té, que ahora están muy de moda en Buenos Aires. Incluso el de una pizzería me encanta, aunque no es un olor rico para una fragancia. De hecho, cuando vamos con colegas a comer a una pizzería bromeamos al salir: “a bañarse y a cambiarse”, ¡porque te queda un olor a pizza encima!

¿Tu casa a qué huele? A todo. Pero trato que esté siempre muy ventilada. Uso cualquier cantidad de perfumes y distintos tipos de flores, en general raras como loto o amarilis. Además fumo, aunque insisto, no hay que hacerlo.
¿En que te inspirás para crear una fragancia? Un perfume es como una prenda de vestir, un maquillaje, es un accesorio más. Para mí es fundamental saber qué uso se le quiere dar, cuál es el propósito. Pero como todo entra por los ojos, una persona se guía mucho por una publicidad; entonces, por lo general, los perfumes se idean al revés: primero se piensa la publicidad y después la fragancia que responda a ella.

¿Qué es lo que busca una mujer en un perfume? La mujer busca ser elegida, mientras que el hombre quiere ser aceptado. Por eso, en las fragancias de mujer se ve mucha iconografía: logos de marca gigantes, colores más llamativos. La mujer tiene que ser única para que el hombre la elija. El hombre siempre quiere ser aceptado, primero por la sociedad, y después por el sexo opuesto.

¿Cómo sería un perfume para una chica Para ti?Primero pensaría un perfume multipropósito, que pueda usarse tanto de día como de noche, como una cartera o un zapato: un perfume floral. Porque Para ti es una revista muy parada sobre la tierra, la fragancia debería ser como la página de Imprescindibles, como un buen par de zapatos negros. El multipropósito es un infaltable, práctico y versátil.




Textos: Mariela Raffaelli. Fotos: Carlos Alfano.

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